Jordi Gracia: «Entre las fijaciones más intensas y modernas de Cervantes está la recreación de personajes femeninos» (y II)

Miguel de Cervantes. Una biografía. Jordi Gracia, Taurus, 2016

 
Esta es la segunda, y última, entrega de la entrevista que el crítico literario y catedrático Jordi Gracia concedió a Pliego Suelto en un céntrico rincón de Barcelona. El autor de Miguel de Cervantes. La conquista de la ironía (Taurus, 2016) charla en tono distendido sobre la importancia de sus personajes femeninos, del gusto cervantino por la hetereogeneidad, de los múlitiples registros y voces que concita su obra, de la ironía, la parodia y del humor y, también, de la permanente experimentación y fusión de géneros literarios en la obra de Cervantes.

[Leer la primera entrega de la entrevista]

 
Con respecto a los personajes femeninos, en tu libro afirmas que Cervantes retrata mujeres «discretas» –en el sentido de inteligentes y veraces, no en el de sosas o comodonas– y las esparce por su obra: en La Galatea, Marcela y Dorotea en el Quijote

El repertorio de mujeres de la obra literaria de Cervantes es incomparable en términos no solo de respeto, sino de recreación de la solvencia moral de la mujer como género. Porque nadie habrá sido tan hostigador de la vejación sistémica de la mujer en su tiempo como lo fue Cervantes. Intolerante contra el uso comercial de la mujer por parte del padre o por parte del esposo.

Jordi Gracia, 2016

Entre las fijaciones más intensas, más conmovedoras y más modernas de Cervantes está la recreación de personajes femeninos. Tan conmovedores como valientes, tan inteligentes como hermosos. Y al mismo tiempo –y por eso me invento que las hermanas de Cervantes aplauden a rabiar cuando este les está leyendo trozos del Quijote o fragmentos de las Novelas ejemplares–, y al mismo tiempo, digo, sabe que entre las mujeres hay un espectro de lectores fundamentales de la literatura de ficción. Y que, naturalmente, quieren verse representadas y redimidas de esa especie de esclavitud disimulada que es ser mujer en los siglos de oro.

También señalas que la oralidad y la conversacionalidad, el habla caudalosa, como uno de los rasgos cervantinos clave. ¿Qué papel juegan los distintos registros, jergas, dialectos, voces y personajes que se cuentan historias a lo largo de su obra?

Hablan y hablan y hablan. Por eso, el capítulo del Quijote en mi libro se titula «Para no dejar de hablar», que es lo que más le gusta del mundo. No dejar de hablar. Venga a charlar, venga a contar cosas.

En el caso del Quijote se trata de dotar de la vitalidad de lo real a la obra artificial, que es escrita, en lugar de adoptar únicamente el lenguaje idealizante de la alta literatura. Reconocer que la alta literatura puede estar alimentada y nutrida de cualquier registro lingüístico. No únicamente del alto.

Mateo Alemán, 1599

Y ahí es donde el Guzmán de Alfarache (1599), seguramente, sirve como momento importante para Cervantes, para que de alguna manera se diga «coño, esto se puede hacer». El Guzmán le impresiona mucho. Le pesa el exceso de predicación y la atalaya, pero lo que le gusta de verdad a Cervantes es la vitalidad con la que se mueven los personajes en esa novela. Y ahí es donde empieza Cervantes –y eso sí que lo sabemos por fechas– a concebir relatos donde la gente habla como habla por la calle.

Cambiando de tema, insistes en varias ocasiones en que el gusto literario, e incluso el propio talante como escritor, de Cervantes era disperso y heterogéneo.

Le gusta todo. Lee de todo.

La Galatea, por ejemplo, o el mismo Quijote, que incluye todo tipo de géneros…

…o su teatro, los entremeses. Los entremeses (1615) son de una procacidad…, soeces, descacharrados, brutales muchísimas veces. Y están vivísimos, y mira que son piezas cómicas de nada. Pero todo eso convive con el mismo señor que escribe una novela de naufragios, de reencuentros, de amores castos… Es lo mismo, es el mismo tío que está haciendo las dos cosas. ¿Por qué? Porque le gusta probarlo todo. Es un experimental nato.

Ese gusto heterogéneo y disperso conforma en gran medida las bases de la modernidad. ¿Qué papel juega la obra de Cervantes a la hora de fundamentar esas bases?

Filme inacabado

Es parte del laboratorio. Parte del laboratorio que va a fraguar una extravagancia como el Quijote. Es de donde nace esa pulsión de intereses dispares, contradictorios, irrespetuosos con las jerarquías sagradas, con lo que es bueno, malo, alto, bajo, medio: «No, no, lo voy a tocar todo. Me interesa todo, me gusta todo. Y las mezclas las voy a hacer como quiera».

La parodia y el humor son aquí clave para entender cómo funciona la cabeza de Cervantes en términos de juego, de disfrutar jugando al hacer mezclas explosivas. Es parte del laboratorio íntimo de alguien que nunca renuncia a seguir jugando, a pesar de que se haya quedado sin tiempo –histórico, estamos ya al final de una época, la de Felipe II– y a pesar de que, teóricamente, no le quede más que el tiempo de descuento. A los 50 años uno es un viejo viejo.

Pues resulta que ese señor, cuando ha de ser un viejo viejo, en lugar de resignarse al desencanto y al desengaño, lo que hace es encantarse y revitalizarse escribiendo, con una alegría derramada, una novela cómica que al mismo tiempo es una novela inteligente y que dentro de ella está todo. Todos los registros literarios de su tiempo, incluidos, por cierto, los ensayos de literatura autobiográfica a través de la ficción, como es la historia del cautivo, por ejemplo. De ahí, probablemente, la alergia a la autobiografía por parte de Cervantes. Y la razón: porque la autobiografía miente, la ficción no.

…porque arrastra la verdad con una mentira… como un cebo…

Sí, señor. Pero la autobiografía es mentira. Fingiendo que dice la verdad, miente. La ficción, fingiendo que miente, dice la verdad. Esto está muy bien. (Ríe)

Denis Diderot, 1796

Cervantes vive una época de cambios socioculturales profundos y responde con un nuevo género que da inicio a la modernidad…

La modernidad la está ejecutando la invención de un género, que es la novela. La primera manifestación de la modernidad, como la concebimos hoy, está fraguándose no a través del ensayo, de los discursos o de los sermones, sino a través de un invento genuinamente nuevo, que es esa mezcla explosiva de todos los registros de su tiempo en el Quijote.

Con ese invento, está ayudando a fraguar la comprensión moderna del tiempo, solo que de eso nos vamos a dar cuenta 150 años después, cuando alguien detecte, ya en su tiempo, que ahí estaba eso. Pero necesitaremos a Sterne o a Diderot, antes no se entera nadie. Los imitadores del Quijote, los de su tiempo, solo imitan su aspecto más superficial, la comicidad, la parodia…

Y volviendo a la ironía, de la que tanto se ha abusado en los medios de comunicación modernos, ¿no crees que, en ocasiones, puede conducir al descreimiento o el descompromiso, al tratar de pinchar insistentemente el globo de los ideales?

¿Alguien cree de verdad que no hay un autor comprometido en el Quijote precisamente gracias a la ironía? Es al revés. La ironía exhibe de una manera adulta y moderna el compromiso. Ironizar no quiere decir descreer. Ironizar quiere decir que la realidad es compleja y que no hay modo de resolver simplificadamente la complejidad, la simultaneidad de verdades incompatibles.

Eso es la ironía de verdad. Por tanto, no está transmitiendo a un escéptico o a un relativista que dice «ah, yo no tengo valores». O como afirmaba Groucho Marx «tengo principios, pero puedo cambiarlos por otros». Cervantes no es eso. Cervantes no está en ese nivel de humor descacharrado, aunque lo practique también, por cierto.

Taurus, 2014

El Quijote no dice que no existan valores respetables. Es al revés. El Quijote nace de un señor con convicciones que ha entendido que esas convicciones no son absolutas, pero que no renuncia a ellas. No es un resentido por causa del desencanto de la vejez o del cambio de época. No hay un amargado detrás.

No hay el Ortega del «las cosas no son como debieran ser, nadie me hace caso, si me obedeciesen todo iría mejor». ¿Alguien ve a Cervantes haciendo ese papel ridículo? Claro que no, es todo lo contrario. Por eso, en mi intimidad, Ridruejo y Cervantes van juntos, y Ortega es el que falla. Ortega madura mal. Cervantes y Ridruejo maduran excepcionalmente bien. Uno va hacia abajo y los otros dos van hacia arriba. Hacia una plenitud humana, muy lejos del final de Ortega.

En ese final, seguramente, tiene mucho que ver la soberbia, el envaramiento, el engreimiento como elemento del sujeto moral. En Cervantes está la alta estima de sí mismo, pero no el envaramiento ni la solemnidad ni la impostación de una autoridad. Siempre habla desde la naturalidad y desde la sorna. Ortega, nunca.

Ortega es, desde el principio, la conciencia de una superioridad in-con-tes-ta-ble. Jamás Cervantes. Aunque, por supuesto, tiene una altísima conciencia de su inteligencia y de su creatividad y de su imaginación. Y no lo oculta. Y lo dice abiertamente. Tanto lo dice como que no solo lo reconoce en las Novelas ejemplares diciendo «Soy el primero que lo ha hecho…», sino que en el Persiles afirma que sus amigos consideran que, a lo mejor, es la obra más alta posible del presente. Para luego añadir «pero bien pudiera ser la peor y la más ridícula y la más mala». Y entonces Cervantes se rectifica a él mismo y concluye «ahora no sé por qué he dicho eso, porque es seguro que va a ser la mejor».

Anagrama, 2008

Retomando a los autores a los que has dedicado biografías y a los que acabas de referirte, recientemente publicaste la de Ortega y Gasset, no mucho tiempo antes la de Dionisio Ridruejo y, ahora, la de Cervantes. ¿Qué te atrae y cómo surge este interés por el género biográfico?

Cuando hablamos del perfil moral de un sujeto como Dionisio Ridruejo; cuando hablamos del talento expansivo e ingobernable de alguien como Ortega y Gasset; y cuando hablamos de la genialidad pura de quien se inventa la novela moderna –y casi nuestro punto de vista sobre la modernidad– como Cervantes, en los tres casos, estamos ante tres posibilidades de compenetración y de recreación de las razones biográficas, empíricas, familiares e intelectuales que construyen a esos sujetos excepcionales.

El hecho mismo de poder sumergirse en las razones que explican esa genialidad –quizá en Ridruejo no hay genialidad, pero sí un coraje excepcional, y una valentía y una autenticidad considerables– me parece una invitación a disfrutar de lo más alto en términos de observador y, de alguna manera, de actor interpuesto. Intentar sumergirse en la conciencia de personas excepcionales, admirables, me parece un regalo, literalmente.

Por otro lado, ni de broma se me hubiese ocurrido nunca escribir motu proprio una biografía de Ortega o de Cervantes. Ni se me hubiese pasado por la cabeza. Son dos encargos. Dos encargos que acepto. La de Ridruejo fue iniciativa de Javier Cercas. En una comida, un día, me dijo: «Pero tío, tú por qué no escribes una biografía de Ridruejo». Ni se me había pasado por la cabeza escribir una biografía de Ridruejo. Y luego Javier Pradera dijo «que sí, que sí». Y respondí «pues vale, me parece buena idea». Así sale.

Y para terminar, ¿qué proyectos tienes por delante?

FCE, 2014

El más atractivo, o el más intrigante, tiene que ver con el intento de contar la autobiografía como editor que Javier Pradera (1934-2011) ni escribió ni jamás hubiese escrito. A base de reunir la documentación disponible sobre su papel como editor –desde los años 60 en el Fondo de Cultura Económica, después en Alianza Editorial y otras– y aquello que él opinó y escribió sobre el mundo editorial español, tanto del exilio como de la España del interior.

Es un encargo, una propuesta que hicimos Natalia, la viuda de Pradera, con Manuel Ortuño en la editorial Trama. Saldrá después del verano, me imagino, o yo qué sé cuándo, pero sin ninguna prisa. Quiero decir que entre Ortega y Cervantes ha sido un full time bestial y, ahora, más calma.

Hombre, atreverse con Ortega y con Cervantes…

Eso es la irresponsabilidad de la bestia (ríe), eso va con el animal. Pero, insisto, es lo que te decía antes, cómo iba a decir que no a dos años de inmersión en la cabeza de Cervantes. ¿Alguien me puede hacer un regalo más bonito que ese?, ¿que es peligroso? Claro que es peligroso.

Y una responsabilidad…

Ah, vale, sí, pero en eso no pienso… (ríe)

Y nosotros encantados…

Como buen irresponsable, no pienso… (ríe)

Muchas gracias, Jordi.

Gracias a vosotros. Estupendo.

[Leer la primera entrega de la entrevista]

 

Sobre el autor
Trabaja en proyectos multimedia y arte electrónico desde finales de los 90. Ha sido profesor del grado en diseño de las escuelas Eina y Elisava de Barcelona. Es licenciado en Filología hispánica, máster en Teoría de la literatura y doctor por la Universidad de Barcelona. Codirige Pliego Suelto desde 2012. Actualmente es profesor en la UB. En los próximos meses publicará su primera novela «Costa del Silencio» con la editorial Tercero Incluido de Barcelona.
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