Jazmina Barrera: “En mi experiencia es cierto eso de que para la crianza se requiere una tribu, o varias”

Fragmento cubierta «Línea nigra», Jazmina Barrera, Pepitas de calabaza, 2020

 
Entrevistamos a la escritora y editora Jazmina Barrera (Ciudad de México, 1988) a propósito de su último libro, Línea nigra (Pepitas de calabaza, 2020), un artefacto literario a modo de dietario sobre la maternidad, donde se fusiona la experiencia personal con las reflexiones propias y la recopilación de imágenes, citas y referencias de mujeres que han trabajado la gestación, el parto y la lactancia desde el arte y la literatura. Jazmina Barrera ha publicado también los ensayos Cuaderno de faros (Pepitas, 2019) y Cuerpo extraño / Foreign Body (Literal Publishing, 2013).

[Leer un fragmento del libro]

¿Puedes explicarnos, para empezar, cómo fue el proceso de gestación de Línea nigra?

El libro comenzó como un diario de embarazo, como una exploración y una búsqueda personal, porque el embarazo no resultó ser para nada como me lo imaginaba, como me lo habían pintado. Era una circunstancia inquietante, asombrosa y terrorífica, y necesitaba escribir para tratar de entender.

Jazmina Barrera, escritora

La vida y la entropía modificaron la escritura del libro con terremotos y enfermedades, lo transformaron irremediablemente.

No sé en qué punto decidí publicar esta investigación íntima, pero sí sé que lo hice para compartir, por si mi experiencia y mis hallazgos podían acompañar, ayudar o interesarle a alguien más.

¿A qué crees que se debe el auge de la literatura sobre la maternidad?

En los últimos años hemos visto una proliferación de libros que hablan de distintos temas que durante siglos se consideraron no literarios.

Mucho de lo que concierne o concernía a la experiencia de las mujeres (el trabajo doméstico, la crianza, la amistad entre mujeres, la relación entre madres e hijas, las transformaciones en el cuerpo desde la menstruación hasta la menopausia) era percibido, principalmente por los hombres, como algo trivial, incompatible con la idea de trascendencia que regía el canon literario masculino.

Por supuesto que muchas escritoras trataron estos temas de todas formas, pero tuvieron pocos incentivos y muchos obstáculos para hacerlo. Esto por suerte está cambiando, y quizás ahora se perciba como una moda, porque parece que el mercado está de pronto alineado con esta necesidad de lectura y escritura, pero yo no creo que sea algo pasajero.

«Las madres no», 2018

Espero que no lo sea. Estos son temas tan complejos e inabarcables como el amor y la muerte, son inagotables, y creo que llegaron para quedarse.

Con esta confluencia de voces que dialogan y ofrecen una mirada poliédrica sobre la maternidad en el libro, ¿se da a entender que no es un acto solitario, sino colectivo?

En mi experiencia es cierto eso de que se requiere una tribu para la crianza. Es más, creo que se requieren varias tribus.

En mi caso, mientras escribía procuré conformarme esta tribu intelectual y emotiva de testimonios y reflexiones de otras mujeres sobre el embarazo, el parto y la lactancia.

Necesitaba ese diálogo, esos espejos y esos contrastes. Fueron una ayuda invaluable para entender y para cuestionar, y también fueron un soporte emocional y una compañía fundamental.

En varios momentos de Línea nigra aparece la historia de dos mujeres, la modelo náhuatl Luz Jiménez y la fotógrafa Tina Modotti. ¿Cómo entraron a formar parte de tu libro?

Entraron por azar, como tanto de lo que hay en ese libro. Di con ellas una noche en que buscaba entretenerme en el celular mientras amamantaba a mi hijo. Me atraparon muy pronto sus biografías, sus personalidades y el encuentro de ambas en un instante entrañable de la historia del arte.

Luz Jiménez e hija, 1926

Luz Jiménez, que era modelo, se convirtió en un emblema de la madre patria mexicana, con todos los problemas que la representación de un arquetipo como este conlleva: la mujer indígena, fértil, anónima y pasiva. Fue pintada en este sentido por varios de los artistas más representativos del muralismo, que construyeron en parte la idea de nación mexicana que todavía hoy perdura.

Tina Modotti fue una fotógrafa y militante brillante y apasionada, que se desmarcó de las corrientes estéticas que la habían formado y comenzó a hacer una fotografía documental fabulosa. Así fotografió a Luz Jiménez amamantando a su hija, y logró capturar en esa imagen lo que ninguno de los otros pintores había logrado: una maternidad de carne y hueso.

La idea de la familia en la que la crianza se comparte intergeneracionalmente se hace muy palpable a lo largo del libro. ¿Se acabó el mito de la mujer capaz de criar sola? ¿Hacerse madre es entender mejor a la propia?

Hay muchas culturas en que la crianza es tradicionalmente compartida por la comunidad. Todavía en México suele ser así, pero a contracorriente, porque los hombres suelen desmarcarse, porque las políticas laborales, con sus permisos de maternidad ridículos y sus horarios extendidos, complotan en contra de las madres trabajadoras, y porque hay un énfasis discursivo en la familia nuclear, entre otras cosas.

Pepitas de calabaza, 2020

Las familias extensivas que viven juntas chocan con la idea de “intimidad” que nos venden. Se nos sigue haciendo creer que la responsabilidad de la crianza debe recaer en las madres, porque algún mandato biológico y/o religioso así lo dice, y no hay nada más falso: la responsabilidad de la crianza es de la sociedad entera, y al menos en México las políticas gubernamentales y el discurso generalizado no lo refleja.

La maternidad me hizo reescribir mi historia de hija por completo. Hay mucho que ahora entiendo, mucho que ahora cuestiono y muchísimo que agradezco. La maternidad me dio un nuevo marco de referencia desde el que miro no solo a mi madre, sino a todas las madres, a todas las hijas y a todos los humanos.

La lactancia impregna las páginas del libro. Apuntas que “el destete” debía ser el final del libro, aunque termina en otra parte. ¿Esta línea negra del título, este camino hacia la leche materna, es la unión indisociable entre madre e hijo?

Yo diría que la lactancia es uno de los caminos posibles que conforman esa unión indisociable.

Las mujeres que no pueden o deciden no amamantar, por el motivo que sea, y las parejas de hombres homosexuales pueden generar un apego tan fuerte con sus hijos como el de la lactancia, por otras vías.

Jazmina Barrera, 2019

Cada lactancia es distinta. Yo la viví como una extensión del embarazo, una etapa en que nuestros cuerpos seguían fusionados y se iban lentamente desprendiendo. La lactancia creaba un lazo físico asombroso, entre hermoso y terrible.

Ese vínculo físico se terminó, pero el afectivo permanece, y es también asombroso, entre hermoso y terrible.

Varias veces se repite en el libro que “Los bebés necesitan padres alegres”…

En el libro esa frase se refiere a emociones contradictorias: a la culpa de estar triste cuando debía ser alegre y a la culpa de sentirme feliz cuando la circunstancia era dolorosa.

No creo que los hijos se beneficien de la alegría fingida o autoimpuesta, de la alegría ingenua, de la alegría violenta que pasa por ignorar el dolor de los otros.

Sí creo, por otro lado, que las maternidades deben ser deseadas, y que en ese deseo hay una alegría necesaria y subyacente, que marca los primeros años de vida.

Si las maternidades no son deseadas las consecuencias para los niños y para las madres pueden ser terribles, por eso es tan urgente que se despenalice el aborto en todas partes.

Jazmina Barrera, 2013

Escribes en dos momentos distintos: “Siempre quiero escribir ensayos, es decir experimentos, sin compromisos ni clímax ni tramas ni extensiones” y “Mi hijo me está convirtiendo en lo que nunca quise ser: novelista”. ¿La novela no puede ofrecerte este espacio de experimentación?

Me cuesta mucho trabajo hablar de los géneros literarios, siempre acabo enredándome y alargándome. Creo que son constructos que pueden ser útiles para orientar a libreros y lectores, pero en el terreno de la escritura a mí solo me estorban.

Los géneros nunca existen en forma “pura”. Existen, en cambio, herramientas literarias (narración, reflexión, argumento, sonoridad) que sirven a distintas necesidades estéticas y se mezclan y se usan en mayor o menor medida.

En todo caso, los libros que se apegan a las convenciones más generalizadas de los géneros suelen aburrirme. No me gusta la etimología de la palabra novela, que viene del latín nouvella, forma femenina del adjetivo novellus (novedoso) diminutivo de novus (nuevo).

No me interesa escribir nada “nuevo” ni “novedoso”. En cambio me encanta la palabra ensayo, que alude a los procesos de escritura más que a sus productos, que se refiere a lo experimental, lo inacabado, lo provisorio, e incluso apunta a la puesta en escena.

En mi taxonomía personal, todo buen libro es un ensayo.

Mariana Enríquez, 2014

Además de escritora, eres editora en Ediciones Antílope, un sello editorial con una fuerte impronta en la colectividad. El catálogo presenta nombres consolidados en el panorama literario hispánico como Mariana Enríquez o Alejandro Zambra, y nuevos como Abril Castillo Cabrera o Leonardo Teja. ¿Cómo nace este proyecto y, después de 5 años, hacia dónde se dirige?

Creamos Ediciones Antílope con la intención de poner al alcance de las lectoras y lectores un conjunto de ideas, voces y experiencias estéticas que considerábamos importantes. Lo hemos venido haciendo durante estos cinco años con la ayuda de una comunidad de autoras y autores, lectoras y lectores y demás colaboradoras y colaboradores que se han sumado al proyecto y nos siguen dando ánimos para hacer lo que hacemos a pesar de la adversidad.

Antes nadábamos a contracorriente de una cadena del libro en México debilitada por los monopolios y otros males propios del capitalismo, y ahora nos enfrentamos además a los retos generales y particulares de esta dolorosísima pandemia.

Estamos hibernando y buscando estrategias de sobrevivencia. No sé qué va a ser de nosotros, pero al igual que en todo lo demás ya me estoy acostumbrando a la incertidumbre.
 

Sobre el autor
(Salon de Provence, 1986). Aunque nacida en Francia, España es, sin lugar a dudas, su país de adopción. De hecho, se especializó en literatura española y, concretamente, cursa un doctorado sobre dramaturgia contemporánea. Es co-directora de la Revista de Investigación Teatral Anagnórisis. Y, a pesar de la crisis, también co-dirige la Editorial Anagnórisis, sello digital especializado en teatro y estudios humanísticos.
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