Marta Sanz: «Me interesa una autobiografía que desdiga el tópico de la vanidad» (I)

Marta Sanz, escritora. Fotografía: David S. Bustamante

 
Entrevistamos a Marta Sanz (Madrid, 1967) –escritora, ensayista y doctora en Filología– a propósito de su último libro, Clavícula (Anagrama, 2017). En esta primera entrega de la entrevista Sanz nos habla de la autobiografía y el lenguaje de las experiencias, del cuerpo como texto y estructura estética. Marta Sanz, una de las figuras más representativas de la literatura española actual, ha sido galardona con importantes premios internacionales y es autora de varios títulos, entre ellos: Éramos mujeres jóvenes (Fundación Lara, 2016), Farándula (Premio Herralde de novela, 2015), Daniela Astor y la caja negra (Anagrama, 2013), Vintage (Bartleby, 2013) y La lección de anatomía (RBA, 2008).

Clavícula remite de alguna manera a La lección de anatomía (Anagrama, 2014), pues ambas se presentan, salvando las distancias, desde el tamiz autobiográfico. ¿Por qué esta vuelta al género autobiográfico?

Marta Sanz, 2017

Hace ya muchos años existe un debate literario en torno a la legitimidad de la autobiografía frente a la fantasía o la narración imaginativa pura en el texto literario. En Francia, Marc Petit llevó a cabo un Elogio de la fantasía, denunciando el impudor o la falta de imaginación de los escritores autobiográficos, mientras Christophe Donner escribía un opúsculo Contra la imaginación, tildando de deshonestos a los autores que hablaban en sus libros de ellos mismos, sus amigos o conocidos como si fueran otras personas/personajes. Para Donner aquello era un acto de cobardía…

El debate es desquiciante, enconado y sobre todo comercial. No creo que la literariedad de un texto dependa exclusivamente de la capacidad de un escritor para la invención de realidades paralelas, igual que tampoco creo que el requisito fundamental para escribir tenga que ver con el impudor respecto a los desgarrones de la propia vida desnuda.

Pienso que las polémicas literarias son un buen espacio para pensar, y ojalá hubiese más, porque eso significaría que lo literario es interesante y socialmente importa, pero en este caso adoptar una posición radical me parece una impostura. Toreo de salón. En cada momento de su trayectoria, quienes nos dedicamos a este oficio decidimos qué estrategias retóricas son más válidas para contar lo que queremos contar.

Daniela Astor y la caja negra

Podemos optar por la máscara y el relativo enajenamiento a través de la construcción de personajes que pueden llegar a encarnar nuestros demonios y tabúes, o mostrarnos a través de la metáfora de la carne y el impudor.

Cada pulsión narrativa exigirá un modo de contar esa historia. Nuestro oficio consiste en encontrar la fórmula adecuada: por eso, cuando quise hablar de la violencia sistémica y de la violencia retórica de los géneros literarios, en los que calcificaba ese sistema violento, opté por la invención de un detective y escribí un par de novelas negras. Por la misma razón, cuando quise hablar del yo como parte del nosotros o de un yo habitado por muchos yoes, cuando quise hablar de crecimiento, degeneración y fraternidad, la voz autobiográfica me pareció la más adecuada.

Escribí Daniela Astor, La lección de anatomía y Clavícula porque me interesa hablar de mujeres desnudas, del desnudo de las mujeres, de su cuerpo. Y yo soy una mujer que escribe, y el procedimiento que tengo para desnudarme es mirarme en el espejo, hacer un ejercicio de introspección, contrastar mi cuerpo con el de otras mujeres y visibilizar nuestros dolores, tabúes, enfermedades, nuestro peculiar sentido del humor.

La autobiografía es una opción genérica coherente con un interés crítico por el desnudo de los cuerpos-fetiche femeninos.

Gustave Flaubert, 1856

En Clavícula escribes: “todos los textos son autobiográficos”. ¿Significa que todos tus textos se deben de interpretar bajo esta premisa?

Enlazando con la pregunta anterior, no me parece muy sensato demonizar a una persona que escribe por contar su vida, ni tampoco por contar la vida de Madame Bovary. La pregunta es hasta qué punto, cuando contamos la vida de Madame Bovary, no estamos hablando en definitiva de nosotras mismas…

Trabajo con un concepto muy laxo de la autobiografía, que se relaciona, por un lado, con las geografías de la escritura de Adrienne Rich (escribo desde lo que soy y soy una mujer española, de izquierdas, heterosexual, clase media, extracción proletaria, urbana…) y, por otro, con la idea de que lo autobiográfico no puede reducirse al anecdotario o la peripecia vital: mi autobiografía no está solo constituida por mi fecha de matrimonio o el nombre del colegio donde estudié, sino también por mis traumas, mis deseos insatisfechos, mi sentido de la justicia…

Todos esos aspectos vitales e ideológicos hacen que me interesen unos temas más que otros y me llevan a afirmar que escribo de las cosas que me duelen. Para cumplir ese propósito a veces, muchas veces, invento personajes que no tienen mucho que ver conmigo, pero que en su movimiento dentro de las tramas, están logrando que cristalice alguna de mis preocupaciones, lo que quiero contar, me conforma y es parte de mí y de muchas como yo.

Me interesa una autobiografía que desdiga el tópico de la vanidad. Una autobiografía donde interese el paisaje, el fondo, que siluetea al cuerpo en primer plano. Me interesan los textos que desde lo singular se insertan en lo plural: una autobiografía de las cosas comunes que saque la palabra literatura del terreno de prestigio de “lo extraordinario”. Yo pretendo escribir autobiografías de niña de colegio público de la Transición. Autobiografías de mujer que va al ambulatorio.

¿Hasta qué punto estás presente en Clavícula? ¿Dejas algún margen a la ficción?

En todos los puntos. Cuento un momento significativo de mi vida y lo cuento con mi lenguaje, que, como he dicho, acaso ya demasiadas veces, es una mezcla de lo paleto y lo pedante. En Clavícula escribo de lo que me duele física y socialmente. Relaciono mi dolor corporal con mi angustia laboral y conecto lo uno y lo otro con mi género para hacer un dibujo del miedo y de la fragilidad propia y ajena.

En este libro me aproximo sin escepticismo al lenguaje, con la esperanza de que las palabras, igual que están contaminadas por el poder y por la ideología de los vencedores, aún conserven un depósito para arañar las sensaciones vividas, las verdades particulares. Creo que ese es un requisito para que exista la comunicación entre los seres humanos. Para que la literatura sea conversación. No todo es juego ni todo es lenguaje. También está la realidad sugerida o designada.

La lección de anatomía, 2008

Eso me importa en Clavícula. Ese tipo de materia y ese tipo de escritura matérica. Un lenguaje que sirve para aproximarnos a lo difícil de la realidad, para nombrarlo, no un lenguaje que emborrona. La invención en este relato puede residir en lo que no se cuenta, en los huecos, pero sobre todo en el lenguaje que sirve para sacar cada hecho real vivido del terreno del impudor. El lenguaje sirve para articular experiencias comunes. Todo lo que se cuenta en este libro pasó así. Yo lo viví así y busqué las mejores palabras que supe para contarlo.

También te confieso que cuando una escribe un texto tan desnudo y tan personal se crea un efecto de autenticidad, que puede suponer un obstáculo a la hora de emprender la escritura del siguiente libro: se desconfía de poder volver a ser tan auténtica y de poder llegar a establecer un vínculo tan especial como el que creo haber establecido con los lectores y lectoras de Clavícula.

La estructura se construye como un mosaico en el que se mezclan reflexiones casi aforísticas, novela con cuento y poesía, fotografías… ¿Qué te interesa de esta estructura?

La fractura. La idea del texto roto como metáfora de un cuerpo que también está roto y duele. El desconcierto. El estupor. La contractura. La necesidad de plantearnos preguntas sobre la literatura y la propia vida a partir de las decisiones formales de un texto. La falta de fotogenia de lo que se ve o se cuenta en primer plano y la falta de fotogenia de todos los tabúes y encarnizamientos que se ceban en el cuerpo de las mujeres. Cuerpo del trabajo y cuerpo del sexo. Cuerpo de la mujer menopáusica.

Fotografíé mis pies esperando en una estación de autobuses como contrapunto a esos pies femeninos que se incluyen en las ficciones/fantasías como fetiche erótico. El texto se rompe significativamente para provocar significativamente y llevar la contraria significativamente.

También mezclar géneros, registros (lírica y humor, escatología y meditación) es un modo de complementar la aparente insuficiencia del lenguaje. Se indaga en torno a la construcción de un lenguaje suficiente e híbrido que nos pueda servir para aprehender la complejidad, a menudo traumática, de lo real.

El libro se inscribe en una tradición intimista en la que lo real y lo cotidiano absorben las capas del relato. ¿Qué te mueve hacia este anclaje doméstico?

Intento encontrar la mirada y el lenguaje que cada libro necesita y, desde ese horizonte, escribir libros distintos: detectivescos, sociales, documentales, autobiográficos, líricos, corales…

Intento escribir libros diferentes porque frente al tópico de la escritora obsesionada con buscar un estilo personal, yo creo que el verdadero reto es la versatilidad, la ventriloquía y la posibilidad de que la escritura sea como la piel de un camaleón.

Marta Sanz, escritora

En ese deseo se unen el amor por el disfraz y la imposibilidad de dejar de ser quien se es: la máscara y la autobiografía de la que hablábamos antes. Por eso, tengo la impresión de que el texto literario es el punto en el que confluyen lo ajeno y lo propio, lo pequeño y lo grande, lo doméstico y lo público, lo individual y lo colectivo, lo interno y lo externo, el pasado y el presente…

Cuando escribo sobre mi vida privada me gustaría estar escribiendo sobre nuestras vidas privadas. Creo que esa transición del singular al plural es significativa. Lo mismo que la idea de que la literatura, en no pocas ocasiones, expresa la labilidad de los límites. O el  dibujo interesado de esos límites, vallas, parcelitas de la realidad, que la literatura puede poner en tela de juicio, impugnar, derruir. Muros de la vergüenza que deben romperse a través de la palabra.

Para finalizar esta primera parte de la entrevista, y cambiando de tema, respecto a la precariedad genalizada de los escritores en España, ¿cómo ves el sector editorial y cultural, y, en general, el futuro?

No quiero mirar hacia el futuro. Porque no sé y porque me da miedo. No quiero ser apocalíptica, pero tampoco asertiva frente a las transformaciones perversas del nuevo, vertiginoso, epidérmico mundo que nos toca vivir. El mundo de la publicidad, las tendencias y los vínculos débiles. Necesitamos vínculos fuertes –políticos y afectivos– en unos momentos en que todos los trabajadores han perdido derechos muy deprisa en todos los ámbitos laborales.

Marta Sanz, 2015

Lo peor es que esa pérdida nos parece “normal” y muy pronto incluso será olvidada. Necesitamos más que nunca de la memoria y de la escritura como instrumento de fijación de la realidad.

En cuanto a la precariedad y la cultura, los trabajadores del sector cultural no vamos a ser una excepción, pero además hay elementos del imaginario colectivo que juegan en contra de nosotros: ya no somos notables, sacerdotes o mandarines (¡menos mal!), pero tampoco tenemos conciencia de nuestra condición de trabajadores, de que estamos desempeñando un oficio. Nos han inoculado la idea de que somos bufones, de que nuestro trabajo no sirve para nada, de que la cultura no debe educar en ningún caso…

Desde esa perspectiva, en sociedades pragmáticas, neoliberales y que ponen en práctica esa relación entre el espíritu protestante y la ética del capitalismo, entiendo muy bien que lo que es socialmente inútil sea gratis.

El problema es que yo no comparto esa perspectiva, y creo en el nudo que ata firmemente la cultura, la educación, el sentido crítico y la posibilidad de transformación social.

 
Continuará…
 

Sobre el autor
(Salon de Provence, 1986). Aunque nacida en Francia, España es, sin lugar a dudas, su país de adopción. De hecho, se especializó en literatura española y, concretamente, cursa un doctorado sobre dramaturgia contemporánea. Es co-directora de la Revista de Investigación Teatral Anagnórisis. Y, a pesar de la crisis, también co-dirige la Editorial Anagnórisis, sello digital especializado en teatro y estudios humanísticos.
Submit your comment

Please enter your name

Your name is required

Please enter a valid email address

An email address is required

Please enter your message

PliegoSuelto | 2024 | Creative Commons


Licencia de Creative Commons

Una web de Hyperville

Desarrollada con WordPress