Marc Caellas: «Suelo caminar mucho, incluso en ciudades donde ser paseante es una actitud heroica»

«Caracas Sangrante» de Nelson Garrido. Imagen de la cubierta de «Caracaos»

 
Caracaos (Melusina, 2015), del escritor y director teatral Marc Caellas (Barcelona, 1974), es el resultado de una serie de recorridos, experiencias y observaciones de sus años de residencia en Caracas (Venezuela). Dialogamos con Caellas en torno a las interacciones entre las ciudades y sus habitantes, de América Latina, sobre interculturalidad, escritura y relaciones humanas y respecto a su visión autocrítica de la Barcelona actual, ciudad sobre la que escribió en 2012 Carcelona. Caellas es asimismo autor de piezas teatrales como El Paseo de Robert Walser (2012) o Entrevistas breves con escritores repulsivos (adaptación de la obra de David Foster Wallace, 2011). Actualmente trabaja en su nuevo libro Drogotá.

 
Caracaos es una búsqueda de nuevas percepciones del paisaje urbano y humano de Caracas. ¿Qué complejidades encontraste a la hora de escribir sobre la capital venezolana desde la visión de un ciudadano europeo, que reside cuatro años en Venezuela?

De la experiencia personal y las lecturas solo vale lo que la memoria retenga de ellas. Con la distancia de los años transcurridos hago un ejercicio de memoria para ver qué queda ahí guardado.

Marc Caellas en El Dorado, Venezuela

Lo complejo es trascender la anécdota individual y construir un artefacto literario que refleje la visión de un extranjero que se implica hasta el fondo con una ciudad y sus habitantes. En ningún momento engaño con esa posición. Soy alguien que llega de fuera y que, eventualmente, se va. Me siento un poco como un outsider, un outsider que intenta basar su vida en el reconocimiento del caos.

Es una visión totalmente subjetiva a partir de unas vivencias en unos años (2003-2008) y un entorno determinado. Caracaos no es Caracas. Caracaos es mi Caracas.

Durante el proceso de composición del libro, ¿qué te han aportado las lecturas del librepensador norteamericano Hakim Bey, a quien citas, y sus estudios sobre el caos?

La noción de la TAZ, la Zona Temporalmente Autónoma. De manera inconsciente he ido creando mis propias TAZ en cada ciudad donde he vivido: ese grupo de amigos, amantes, cómplices con los que creas obras, fiestas, viajes.

Son redes de afectos que, finalmente, es lo único que justifica la existencia. Las ciudades son la gente que quieres en ellas.

Caracaos es un artefacto textual formado por piezas multigénericas (relatos, ensayo antropológico, literatura epistolar, libro de viajes, dietario, pieza teatral y poesía). ¿De qué manera te planteaste la escritura de este libro: como experimentación, explicación socio-cultural, ejercicio memorialístico…?

Hakim Bey, 1991

Intento experimentar con distintas maneras de narrar el yo. Busco una forma distinta para cada pequeña historia.

Hay varios textos escritos por otras personas que asumo como propios. Hay un texto construido a partir de búsquedas en Google. Juego con la primera, segunda y tercera persona para distanciarme de mí mismo, o para comprender ese personaje en el que me convertí.

Una idea del libro es crear un caleidoscopio que refleje esas varias personas que forman lo que uno es. Otra idea es trasladar a la escritura esa inmediatez, ese caos, escribir con un permanente subidón de adrenalina, como era para mí vivir en Caracas en esa época.

El juego de palabras (empezando por el título), los neologismos, los diálogos, las cosmovisiones y modos de vida contrapuestos le dan consistencia a las visiones plasmadas en la obra. ¿Consideras que Caracaos es una continuación de tu obra anterior, Carcelona (2012)?

Considero Caracaos más logrado formalmente. Pasaron cuatro años. Viví más, leí más, hice más el amor, por tanto se supone que tengo mejores capacidades para la escritura. Es un libro más pensado en su forma.

Editorial Melusina, 2015

En Carcelona importaba más el tema, la crítica a un modelo de ciudad que me indigna. Había cierta urgencia en escribirlo. En ese momento me fui de la ciudad sin saber cuándo volvería.

Carcelona es más un panfleto, un texto visceral, una diatriba irracional, un disparador de debates, ojalá. Caracaos nace por contraste. Intentar explicar, explicarme, por qué vivo mis mejores años en una ciudad, a priori, tan difícil.

Carcelona –tu blog reconvertido posteriormente en libro-, ¿es un intento de sacar a flote la Barcelona libertaria y diversa frente al parque temático del turismo desde las perspectivas autocríticas de un ciudadano nacido en Barcelona?

Lo escribí en San Telmo, Buenos Aires, en el año 2011. Han pasado cinco años y algunas cosas, la invasión turística, por ejemplo, están mucho peor. Es una pena que para cierta clase dirigente una ciudad sea un espacio y no una forma de vida. Los barrios donde me gusta vivir no lo definen sus calles, sino las relaciones que se generan en ellas.

Con Carcelona quise reivindicar esa Barcelona rebelde, canalla, protestona ante el aburguesamiento general. No tanto como nostalgia por el pasado, sino por recuperar una actitud, un carácter, quizás, perdido.

Editorial Melusina, 2012

Es difícil no caer en la tentación de asumir el rol de extra en el parque temático social y cultural. Mantener la independencia vital, cuando la mayoría lo único que quiere es un cargo institucional para vivir tranquilo, no es fácil.

¿Podríamos afirmar que el hilo conductor de tus obras (tanto narrativas, ensayísticas como teatrales) es la historia, e intrahistoria, de las relaciones entre las ciudades y sus habitantes, planteada a través de paseos, inmersiones y observaciones concretas?

Desde que dirigí El Paseo de Robert Walser, con mi compinche Esteban Feune de Colombi, en el año 2012, suelo caminar mucho, incluso en ciudades donde ser paseante es una actitud heroica.

Para mí es una de las maneras de entender las dinámicas de un lugar. Además de disfrutar con la mirada, paseando se me ocurren obras, ideas para libros. Hay un placer en ese perderse para conocer.

Pensando en hilos conductores, se me ocurre que no quiero que mis obras/libros den ventajas al espectador. Quiero que lo desafíen, que sean implacables. Quiero mis obras estén hechas de miradas.

M. Caellas y E. Feune de Colombi, 2012

Sin ánimo de polemizar, un sector de la crítica y de los lectores, sobre todo hispanoamericanos, suelen comentar que Marc Caellas elogia el caos de las capitales latinoamericanas, pero critica el orden de una ciudad europea como Barcelona. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

En primer lugar, diría que yo me baso en mi experiencia personal. No aspiro a sentar cátedra ni le recomiendo a nadie que haga como yo porque, de alguna manera, Caracaos o Drogotá son territorios de ficción, formados por esas personas y calles por las que yo transito, una pequeña parte de esas enormes urbes.

Hay algo en el caos de Caracas, Bogotá o Sao Paulo que excita mi piel, mis neuronas, mi psique. Claro que hay graves problemas de desigualdad, poca justicia social, déficit de infraestructuras, pero eso no merma el hedonismo o la capacidad de ser razonablemente feliz de sus ciudadanos en esas circunstancias. Hay una manera de entender el presente por parte de la gente con la que me relaciono cuando vivo ahí que conecta con algún resorte de mi personalidad.

Caellas por Margarita Mejía

El exceso de orden es muy aburrido, y no hace falta vivir en Suiza o Suecia para darse cuenta. Claro que tampoco es fácil, y agota, vivir en ciudades con un alto número de homicidios, donde se palpa esa violencia, pero también debe ser deprimente vivir en otras con tan alto número de suicidios.

En definitiva, no reivindico lo pintoresco o exótico, sino apenas ciertos agradables estados de ánimo que me sirven para explicar cosas.

Volviendo a Caracaos, en el libro citas al fotógrafo Nelson Garrido, a la artista Deborah Castillo, al dramaturgo José Ignacio Cabrujas, a los poetas Rafael Cadenas y Leo Felipe Campos y al comunicador José Roberto Duque. ¿Qué es lo que te interesa y destacas del panorama cultural de Venezuela?

Destaco y admiro a todas esas personas que crean en contextos complicados, donde a veces la gente deja de ir al teatro por tener miedo de que la asalten al salir, donde la afiliación ideológica hace que puedas o no acceder a ciertos recursos económicos, donde las infraestructuras artísticas son dirigidas a menudo con criterios poco justos.

Gótico Americano, N. Garrido

A pesar de eso, de Venezuela han salido, y salen, buenos fotógrafos, poetas, artistas plásticos, etc. Buenos Aires, Bogotá o Barcelona, por nombrar ciudades que transito, están repletas de creadores venezolanos interesantes: Mariana Rondón, Andrés Duque, Willy McKey, Natasha Tiniacos, Juan José Martín, Elena Cardona, José Tomás Angola, hay muchos. Intento estar pendiente de lo que sucede, aunque no es lo mismo que cuando vivía allí.

De cara al nuevo curso, ¿en qué proyectos te encuentras trabajando?

Revisando Drogotá, que saldrá en enero, si todo va bien. Ando también inmerso en mi primera novela, que se publicará el año que viene.

Muchas gracias, Marc, y nuestros mejores deseos para tus proyectos.
 

Sobre el autor
Sobreviviente, Lic. en Filología Hispánica y Máster en ELE (Universitat de Barcelona), sujeto migrante. Ejerce actividades humanísticas en vías de obsolescencia programada: la docencia (castellano, catalán y literatura) y el periodismo independiente (codirector-fundador de «Pliego Suelto»). Mientras, desarrolla técnicas de sobrevivencia, cree en la utopía de disfrutar del amor, de la comida, de los libros, del viaje, de la cerveza, del vino, y de las conversaciones (presenciales) y fraternas.
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