Antonio Rómar: “Siento que la literatura es una forma de insurrección ante lo que damos por sentado”

Fragmento cubierta «De puro meteoro», Antonio Rómar, Aristas Martínez, 2020

 
Pliego Suelto conversa con Antonio Rómar (Madrid, 1981) –poeta, traductor y editor, dedicado desde hace una década a la enseñanza de escritura creativa– a propósito de la publicación de su primer libro de relatos De puro meteoro (Aristas Martínez, 2020), donde existe un juego conceptual entre los fenómenos meteorológicos, la experimentación textual y un glosario de palabras inusuales de la lengua española. Rómar es autor del poemario Diversos destinos consulares (Ed. Ya lo dijo Casimiro Parker, 2011).

Acabas de publicar De puro meteoro. Son casi diez años los que separan tu poemario Diversos destinos consulares de esta nueva publicación, ¿cómo ha sido el proceso de escritura?

Soy un escritor muy lento, tal vez muy inseguro (aunque, a mí mismo, prefiero decirme que soy exigente y meticuloso).

Antonio Rómar, escritor

Durante estos años no he sentido la necesidad de publicar como algo apremiante. Sin embargo, eso cambió hace más o menos un año y medio. Dedico muchas horas al día a leer y analizar los cuentos de mis alumnos y a desmontarles los textos de otros autores para que vean cómo están hechos por dentro.

Esta práctica pedagógica me fue empujando poco a poco a explorar si las ideas que defiendo ante ellos eran algo más que pura teoría. Decidí entonces que ya era hora de lanzarme a publicar, recopilé los cuentos que me parecían más logrados y me puse a trabajar en ellos con vistas a su publicación.

El título nos da alguna pista sobre lo que nos vamos a encontrar: por un lado, múltiples fenómenos atmosféricos y, por otro, deslumbramientos fugaces. La extensión de los cuentos también apunta en esta dirección… ¿La condensación es la clave para crear los escenarios de tus historias?

El título hace referencia a dos ideas importantes para mí. Por una parte, tengo la impresión de que la buena literatura encuentra su sentido, no tanto en el argumento de la historia, sino cuando señala hacia un lugar concreto e innombrable, un vacío en el interior de la historia que el lector colma desde su propia emoción, su propia experiencia. La creación de atmósferas es una herramienta muy poderosa para señalar ese lugar, para delimitarlo.

Por otra parte, hay en la literatura que más me llena a mí siempre una cierta extrañeza, una dislocación de lo obvio que apunta en una dirección, que podríamos llamar «sentido», aquel vacío.

Logotipo de la editorial

La palabra meteoro tiene para mí esa doble connotación de lo atmosférico y lo alienígena, lo que viene de fuera de uno mismo.

En cuanto a la extensión, no pienso mucho en ello: trato de darle al relato las palabras justas, ni una más ni una menos, para alcanzar un sentido lo más pleno posible.

En el libro encontramos la frase “el paisaje es elemental”. En tus relatos predomina la presencia de un paisaje, de una atmósfera, como decías, por encima incluso de los propios personajes. ¿Tiene algo que ver con tu faceta poética? ¿Primero vienen las sensaciones, las imágenes y luego el resto?

A veces parto de una imagen, sí. Otras, de un personaje. A menudo, todo empieza con la voz del narrador. Trato de explorar esa voz que resuena, emocional o estéticamente, en lugares que no alcanzo a comprender, que me perturban o conmueven.

Cuando escribo, lo que hago es buscar, hacer preguntas, antes que tratar de dar respuestas. Me aburriría si ya supiera lo que quiero decir de antemano. Esto solo tiene gracia, si al final del proceso de escritura llegas a un lugar nuevo. Quizá por eso los cuentos son tan distintos unos de otros.

Por lo demás, aunque hay enormes diferencias formales entre la narrativa y la lírica, afronto las dos disciplinas de una forma idéntica. Entiendo que lo literario, en ambos casos, tiene que ver con explorar las posibilidades que ofrece el lenguaje para nombrar aquello que el uso directo del mismo, cotidiano, no alcanza.

Antonio Rómar, 2020

Uno se hace escritor o poeta, al menos en mi caso, porque hay veces que el significado convencional de las palabras no es suficiente, no agota el sentido o no alcanza a decir la verdad. Cuando eso ocurre, surge la necesidad del desvío, de la metáfora, del uso insurgente, anómalo: surge lo literario.

Siento que la literatura es una forma de insurrección ante lo que damos por sentado, ante la palabra que ha sido establecida por los otros.

De hecho, las palabras tienen un gran peso en todos los cuentos, como queda evidenciado al inicio de cada relato, con el glosario de vocablos españoles de poco uso, convertidos en subtítulos de capítulos y en parte del desarrollo narrativo. ¿Cómo llegaste a estas palabras y por qué decidiste incluirlas en el libro?

Empezó como un juego o como una pequeña obsesión privada. Hay palabras que son muy raras porque son poco habituales. Algunas de ellas, además, cuando las encontraba, me procuraban una extrañeza muy bella, porque poseían una cierta anomalía en su forma que las hacía excepcionales y sugerentes. Así que empecé a coleccionarlas.

Cuando empezaba un nuevo relato que aún no sabía cómo iba a titular, las empleaba como título provisional, un poco azarosamente y sin pensarlo mucho. Al final, fueron pegándose a los cuentos. Por eso cada cuento tiene dos títulos. Uno, más convencional, más memorable, por sugerencia de los editores, y otro subtítulo secreto o paralelo compuesto por esas palabras tan raras.

En el último momento decidí que esos títulos no tenían sentido si no iban acompañados de todas las otras palabras que habían orbitado los cuentos durante sus respectivos procesos y las incluí antes de cada uno.

Cisco Martínez y Sara Herculano, Aristas Martínez

Tengo que agradecer a Sara y a Cisco (de Aristas Martínez) el mimo y el trabajo con que me han ayudado a integrar todo eso con coherencia.

Durante la lectura, los narradores se van sucediendo desde perspectivas y enfoques distintos como si buscaras experimentar diversas técnicas. ¿Concibes la literatura como juego y experimentación?

Sí, absolutamente. No entiendo que se pueda escribir si no es como exploración. No solo de uno mismo, sino también del lenguaje. O mejor dicho, como exploración de uno mismo y de nuestra relación con el lenguaje. Y por último del lenguaje y su apareamiento con la realidad.

Cualquier obra de arte está en el centro de un triángulo cuyos tres vértices son esos: el lenguaje, la realidad y uno mismo.

Así lo siento yo, al menos.

Los relatos se nutren y conectan, como comentabas antes, con la extrañeza que producen en el lector. Encontramos, por ejemplo, a un mayordomo imaginario o a un chico con dos manos idénticas… ¿Qué te llevó a crear personajes caracterizados por esa extrañeza?

Es que es lo excepcional lo que tiene interés. No me refiero a lo poco habitual o a lo raro, como en los dos ejemplos que mencionas, sino a lo peculiar, al matiz, lo que nos distingue a cada uno de nosotros.

Antonio Rómar, escritor

Pueden ser cosas perfectamente cotidianas, no sé, tal vez de una persona te fijas en esa pequeña manía, la forma singular en que pela una mandarina, o cómo suele parpadear nerviosamente cuando piensa que está mintiendo.

Un buen personaje, una buena historia, me parece que funciona cuando consigue expresar esa inaudita singularidad que se esconde dentro de cada cosa común.

Eres poeta y cuentista, ¿te planteas el salto a la novela o te encuentras más cómodo en los géneros más breves?

No lo descarto, pero no me pondría a escribir una novela porque sí, por el gusto de hacerlo.

Escribir una novela (incluso diría que una mala) me parece una proeza. Respeto mucho el compromiso personal que hay detrás de emprender un texto tan exigente, tan complejo. Es una tarea muy solitaria y creo que ardua. Aunque supongo que hay quienes tienen cierta facilidad y no les cuesta tanto.

Para que me enfrentara a algo así, tendría que encontrar una idea o una historia que solo pudiera ser contada de esa manera, con esa extensión, para alcanzar su sentido pleno.
 

Sobre el autor
(Salon de Provence, 1986). Aunque nacida en Francia, España es, sin lugar a dudas, su país de adopción. De hecho, se especializó en literatura española y, concretamente, cursa un doctorado sobre dramaturgia contemporánea. Es co-directora de la Revista de Investigación Teatral Anagnórisis. Y, a pesar de la crisis, también co-dirige la Editorial Anagnórisis, sello digital especializado en teatro y estudios humanísticos.
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