Plus-Tech Squeeze Box | Early RISER (2002)

Una imagen térmica en el filme Sans Soleil (1983) era para su director, Chris Marker, más real que una imagen nítida: al menos era falsa, al menos no era lo que nuestros ojos percibían.

Curiosamente el que hacía ver esto al director francés era un japonés (Hayao Yamaneko), y Plus-Tech Squeeze Box también son japoneses: hay algo en ellos que todavía no hemos comprendido y que seguramente jamás comprenderemos. Nos han asimilado mejor que nosotros mismos, nos han comprendido tanto que son incluso más occidentales. En este videoclip nostálgico ―porque aparece un televisor catódico y unos botones de un ordenador Amstrad― el protagonista mira la pantalla, que es lo mismo que mirar por la ventana: ahí ve la realidad de la cámara térmica o la de los autómatas, y eso es todo lo necesario. Ese es el motivo de su alegría inquieta, de su baile frenético y pueril.

El psicopop es este extraño híbrido entre música electrónica, j-pop y referencias a la cultura de masas. Se teatralizan los gestos hasta la estridencia ―¿tal vez un eco lejano del Kabuki?―, se aceleran los montajes y los contrastes y desaparecen las transiciones. Nosotros, los occidentales, tenemos el protocolo del puente antes del estribillo; nos convencemos de que sabemos narrar nuestras canciones, cuando nos limitamos a repetirlas en fases idénticas. Ellos no se lo plantean porque no tiene sentido. Después del riff de guitarra, tararean. Luego toca ensamblar secuencias, como si fueran viñetas de un cómic, las más de las veces sin cohesión.

Hay una tendencia inocua entre la hiperactividad del psicopop y el indie rock: Deerhoof están en ese hinterland, más aceptado en nuestro mercado, menos descarnadamente nosotros y por lo tanto más soportable. Esa es en el fondo la impertinencia de la chirriante estética nipona, ya sea la de las calles de Shibuya, ya sea la de la música que nos llega ―tampoco el punk queda al margen, véanse GISM o Gauze. Nos marcan un límite deseable que nos conduciría a la intolerancia más absoluta hacia nosotros mismos, hacia nuestra propia segregación, a la esquizofrenia de no querer ser nunca más Uno Mismo; por eso Japón sigue siendo Oriente, marcamos distancias; nos interesan relativamente, es un mercado de extramuros, el nivel último del turbocapital en una iconografía perfecta.
 

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  1. Muy U.F.O!

    LSD

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