Basilisco (Impedimenta, 2020) es el nuevo libro de Jon Bilbao (Ribadesella, Asturias, 1972). Conversamos con el autor sobre su novela, inspirada en el western y la cultura estadounidense, y que alterna el presente con sucesos acontecidos un siglo atrás en lugares inhóspitos de Nevada, Idaho y Montana. Bilbao, escritor y traductor, ha publicado los volúmenes de relatos El silencio y los crujidos (2018) y Estrómboli (2016), ambos en Impedimenta, Bajo el influjo del cometa (Salto de Página, 2010) y Como una historia de terror (Salto de Página, 2008).
[Leer un fragmento de Basilisco]
En Basilisco hay una fuerte presencia de elementos del western. ¿De dónde viene tu interés por este género?
Es una afición que nació en mi infancia con los álbumes del Teniente Blueberry, de Jean-Michel Charlier y Jean Giraud, y que con los años no ha decaído, más bien al contrario.
Juegas con la noción de frontera mediante la hibridez del libro, la mezcla de historias que oscilan entre el Far West y la actualidad, el cuestionamiento de la ciencia, en relación a la religión o la distinción entre la realidad y la ficción… ¿Cómo fueron encajando todas estas piezas durante la escritura?
Es cierto que Basilisco no solo se desarrolla en la Frontera que estamos acostumbrados a ver en las películas del Oeste, sino también en otras: la que existe entre el presente y el pasado, entre la realidad y la ficción, entre la ficción y la ficción dentro de la ficción, entre el autor y el personaje, entre el ego y el alter ego…
Algunas las tenía claras desde el comienzo. Otras surgieron durante el proceso de escritura y se fueron integrando de una manera más sencilla y natural de lo que cabría pensar.
Al margen de por algunas particularidades técnicas, Basilisco ha sido un libro de escritura fácil y muy gozosa, quizás porque me he saltado algunas barreras que antes yo mismo me ponía a la hora de escribir.
En el libro escribes: “No podemos olvidar que la idea de Frontera es intrínsecamente humana». ¿El ser humano necesita la frontera para definirse?
Al menos a los protagonistas de Basilisco sí les es necesaria la frontera. Tienen que pasar al otro lado para luego volver a la vista atrás y verse a sí mismos como realmente son.
En el capítulo-relato “La playa del naufragio” afirmas que “es muy probable que esa historia solo fuera mitología familiar y, por lo tanto, en gran parte ficción”. ¿A veces la realidad es demasiado real para ser creíble?
Lo que sucede es que a veces la ficción nos ayuda a comprender la realidad. De hecho, incluso puede condicionar nuestra interpretación de la realidad, pero esa es otra cuestión.
Es verdad que ese relato es una ficción narrada, a su vez, por un personaje dentro de otra ficción, pero también es el texto donde más claras quedan las inquietudes, los deseos y las limitaciones de ese personaje. Al ponerlo por escrito, él se conoce mejor a sí mismo, y, a la vez, nosotros lo conocemos a él.
Basilisco se divide en dos historias. Un western protagonizado por Dunbar y la historia actual del escritor sin nombre. ¿Cómo fuiste construyendo estas dos realidades dentro de la narración?
Quería escribir un western, pero que guardara alguna relación con los libros que había escrito previamente. Por eso recurrí a un personaje que ya había aparecido en varios de mis relatos: un ingeniero insatisfecho con su trabajo y que empieza a escribir.
En el primer relato de Basilisco, ese personaje, cuyo nombre no llegamos a saber —al menos, de momento, en este libro— se encuentra de viaje por Estados Unidos.
Allí, cuando visita el rancho de unos conocidos, escucha la historia de John Dunbar, un veterano de la Guerra de Secesión, luego metido a buscador de plata y pistolero. Ese personaje encarna lo más genuino, o mejor dicho, lo más arquetípico del Far West: la masculinidad, la libertad, la independencia, la violencia… Esto es lo que sucede en el primer relato del libro.
De este modo, la narración del Oeste surge de dentro de una narración realista, actual y con unos personajes más próximos a los lectores.
A lo largo del libro ambos personajes masculinos se van fusionando. ¿Cómo se debe leer este paralelismo y acercamiento entre los dos personajes?
Después de lo que pasa en el primer relato, el ingeniero/escritor se apropia del personaje de Dunbar y comienza escribir historias sobre él. Pero en ellas deja de ser exactamente el John Dunbar que le describieron en un primer momento para convertirse en una suerte de alter ego sobre el que el escritor proyecta sus fantasías y sus carencias.
Se establecen así dos líneas narrativas: la del presente y la del pasado, que son asimismo la de la realidad y la de la ficción. Entre las dos abundan las relaciones causa-efecto, los reflejos deformados, las rimas…
Las continuas presencias de la cueva abren un espacio metafórico muy potente que favorece la introspección íntima. ¿La soledad de la cueva como refugio o como vía de escape?
La cueva como refugio, como lugar donde hemos morado durante miles de años. También como lugar donde esconder cosas, donde confesarnos lejos de las miradas ajenas.
Pero, sobre todo ello, prevalece la profundización en la cueva como metáfora de la búsqueda dentro de uno mismo.