Diego Trelles: «En Hispanoamérica hay una generación joven, muy talentosa y con un proyecto narrativo serio”

Fotografía: Carlos Sotomayor

 
Hace pocas semanas nos encontramos por casualidad con el escritor peruano Diego Trelles Paz (Lima, 1977) en la librería Pequod de Barcelona. No dudamos en sacar la grabadora y hacerle una entrevista “al paso” al autor de Bioy (Destino, 2012), Premio Casavella y finalista del Premio Internacional Rómulo Gallegos del año pasado. ¿Y de qué temas nos habló? Además de adelantarnos algunos detalles de la novela que está escribiendo, habló de París, de su libro de cuentos recién acabado, de Bolaño y de autores hispanoamericanos y españoles.

Diego, has cambiado de residencia. Dejaste Lima y ahora estás en París, ¿cuál es el motivo?

Básicamente por la escritura y también por motivos vivenciales. Soy una persona con espíritu trashumante y siempre había soñado con vivir en Europa. Voy un poco a contracorriente, casi siempre, y quería seguir la ruta de los autores del boom hispanoamericano. París es un lugar que ofrece un montón de posibilidades para crear. Además, la historia de los autores que he leído está muy relacionada con esa ciudad.

¿Quiénes, por ejemplo?

Hora Zero, 1970

Desde Julio Ramón Ribeyro hasta César Vallejo, entre otros muchos autores peruanos e hispanoamericanos. Y Roberto Bolaño, por supuesto. Allí se mató Paul Celan, arrojándose al Sena. París vendría a ser como una ciudad que lleva a la desesperación. También hay muchos poetas peruanos de los años 70 con los que he contactado ahora.

¿La gente del movimiento Hora Zero?

Sí, hay algunos que fueron cercanos a Hora Zero. La verdad es que me hubiera podido ir a Londres, pero se dio la posibilidad de ir a París. La idea para mí era estar fuera de Perú un tiempo porque me ayuda la perspectiva de la lejanía y el objetivo principal es trabajar en la nueva novela.

¿Nos podrías adelantar algo de tu nueva novela? ¿De qué va tratar?

Te puedo decir de qué no va tratar… Normalmente escribo novelas que no tienen –en términos de argumento y de tema– mucha relación aparente, aunque todo lo que escribo está relacionado. Hay hipertextualidad, digamos, entre personajes que aparecen y desaparecen. La nueva novela está interconectada con las anteriores, pero no tiene nada que ver con Bioy. No es una novela sobre la violencia política, es una novela sobre la amistad de dos peruanos que van recorriendo el mundo.

Es, probablemente, la obra menos compleja que voy a escribir, en términos de estructura. Tú sabes que mis obras suelen ser complejas, en relación a las técnicas que utilizo, pero esta vez quiero hacer algo un poco más lineal. No quiero que se entienda que estoy haciendo algo liviano, porque mi literatura no es así.

¿Trabajas más con la brevedad?

No, no sé (risas). Yo siempre empiezo las novelas pensando que van a ser cortas y terminan siendo de 300 páginas, por lo menos. Sé que es una novela que va seguir relacionada con el Perú, aunque se va mover por varios países. Y una de las cosas que te puedo decir es que reaparece el personaje de el Chato –El círculo de los escritores asesinos (2005) y Hudson el redentor (2001)–. Antes de la nueva novela se va a publicar Adormecer a los felices, un libro de cuentos que ya tengo terminado. La novela creo que va a demorar un poco.

¿El libro de cuentos es un recopilatorio o son cuentos nuevos?

Casi todos son cuentos nuevos. El concepto de recopilatorio no funciona en mi literatura.

Me refiero a cuentos de tus primeros años y que tenías en borrador.

Este libro de cuentos ha sido pensado desde hace mucho tiempo. Tiene una estructura y una idea detrás y ya está terminado. Son cuentos, casi todos, nuevos. Algunos han sido publicados ya en revistas y libros en otros países, en antologías, pero en general no es una recopilación de cuentos que ya tenía antes. Es decir, voy a tenerlo como un nuevo libro mío y lo quiero como tal. No es un recopilatorio de caras B o algo así.

Una curiosidad. Tú hiciste tu tesis en la Universidad de Austin sobre Los detectives salvajes (1998) de Roberto Bolaño (1953-2003) en 2002, cuando muy pocos conocían la obra del escritor chileno. Incluso mantuviste comunicación vía e-mail con él. ¿Qué reflexión te merece que ahora sea una figura mundial?

Mi opinión no ha variado. Para mí, es el escritor en español más importante, por lo menos, de los últimos 25 o 30 años. Eso no ha cambiado, por más que ahora haya un cierto intento de minimizarlo. Sea por su fama, porque ha llegado muy lejos, sea por mil razones, pero yo creo que Bolaño es uno de esos escritores que aparecen cada cincuenta o cien años. No es cualquier “moco de pavo”. Y como tal, sigue influenciando a una serie de escritores. Es que Bolaño te inspira a la hora de escribir, sobre todo, a los escritores más jóvenes.

Yo, en mi literatura, he seguido mi propio camino, claro. Sigo leyendo a Bolaño, pero persigo mi propio estilo y mal haría yo en seguir su estela. Me parece un enorme escritor, con o sin fama. Creo que es alguien que se viene estudiando y ha abierto la puerta a muchos otros escritores hispanos, lo cual me parece interesante, sobre todo en el mercado estadounidense.

Con respecto a autores hispanoamericanos y españoles que has ido leyendo o sigues, ¿qué nombres te vienen a la mente ahora?

Yo creo que uno de los mejores es Yuri Herrera, el escritor mexicano. De alguna manera, a nivel del lenguaje, Yuri ha hecho lo que hizo Rulfo en Pedro Páramo (1955). Pienso, por ejemplo, en Trabajos del reino (2004), en la manera en la que el lenguaje popular, la jerga del narco del norte puede sonar poético sin hacerlos inverosímiles. Yuri ha conseguido en un libro tan corto crear un efecto que yo no había visto hace mucho tiempo.

Juan Rulfo (1917-1986) hacía un poco de lo mismo: que los campesinos, sin parecer falsos, tuvieran este rasgo poético en la manera de expresarse. Y eso es muy claro en Trabajos del reino. Yuri Herrera me parece un gran escritor. Un gran escritor.

¿Y otros nombres de escritores hispanoamericanos?

Hay bastantes escritores. Sigo con interés el trabajo de muchos de ellos, pero cuando digo ciertos nombres se me olvidan otros y luego me siento horrible. Te puedo decir que me gusta mucho lo que hacen Samantha Schweblin, Federico Falco y Patricio Pron de Argentina o Carlos Yushimito y Daniel Alarcón de Perú. Alejandro Zambra en Chile o Rodrigo Hasbún en Bolivia. Allí han salido nuevos escritores que están haciendo cosas interesantes. También Fernanda Trías  de Uruguay. Hay una generación joven interesante, de gente muy talentosa y con un proyecto narrativo serio. Yo me siento parte de esta generación. Creo que han tenido el carácter suficiente para desmarcarse de la influencia de los escritores anteriores.

¿Y en España, algunos autores que leas o sigas?

A mí siempre me ha interesado lo que hacen Enrique Vila-Matas y Javier Cercas. De los nuevos, hay libros de Agustín Fernández Mallo que me interesan, aunque reconozco que me falta leer más a algunos autores. A veces, en Latinoamérica no leemos lo suficiente a los escritores españoles. Es una tarea pendiente. Es que si te dijera otros nombres serían nombres de clásicos como Juan Marsé. Bueno, también hay otros: Marina Perezagua, Jesús Carrasco, Use Lahoz, David Roas o Pablo Martín Sánchez. Evidentemente, estos tres últimos son como mis hermanos (sonríe).

(Irrumpe David Roas desde un pasillo de la librería, acompañado de Pablo Martín Sánchez, y dice con sorna: “como que yo estoy aquí delante”) (Risas)

Me falta leer más escritores españoles contemporáneos. Dentro de lo que he leído, siento que en la llamada Generación Nocilla se siente una influencia marcada de los autores de la literatura estadounidense reciente.
 

Sobre el autor
Sobreviviente, Lic. en Filología Hispánica y Máster en ELE (Universitat de Barcelona), sujeto migrante. Ejerce actividades humanísticas en vías de obsolescencia programada: la docencia (castellano, catalán y literatura) y el periodismo independiente (codirector-fundador de «Pliego Suelto»). Mientras, desarrolla técnicas de sobrevivencia, cree en la utopía de disfrutar del amor, de la comida, de los libros, del viaje, de la cerveza, del vino, y de las conversaciones (presenciales) y fraternas.
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  1. ¿Este imitador de Bolaño merece que le den un espacio en Pliego Suelto? ¿Para echarse flores a él y a sus colegas? ¿No nos merecemos nada mejor los lectores de Pliego Suelto que un muñeco de ventrílocuo del gran Roberto Bolaño? Han perdido ustedes un lector, señores de Pliego Suelto.

  2. Este imitador de Bolaño – Yo Trolo- merezco que me den MÁS espacio en Pliego Suelto para echar flores del mal a mis colegas y paisanos. Nos merecemos los lectores de Pliego Suelto un muñeco de ventrílocuo del gran Roberto Gómez Bolaños (alias “Chespirito”) como Yo Trolo. Han ganado ustedes un lector y sus 49 imitadores, señores de Pliego Suelto.

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