La escritora y periodista María García-Lliberós (Valencia, 1950) nos explica la temática y el proceso de escritura de su novela Más allá de la tristeza (Ed. Sargantana), a propósito de su tercera edición. El libro está inspirado en un hecho real: la historia de Diego, un niño superviviente del plan de exterminio de la etnia asháninka, en la Amazonía peruana, ejecutado por la organización terrorista Sendero Luminoso entre 1989 y 1992. Se trata de un recorrido desde la adopción del menor por un matrimonio español hasta su edad adulta, pasando por fases como su nueva vida en la Península, el acoso escolar, el desarraigo, el complejo proceso de adaptación, la fraternidad, la (re)construcción familiar, la reconciliación y el amor.
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Más allá de la tristeza pone el foco principal sobre las adopciones internacionales de niños de otras razas, un asunto inspirado en un hecho real: el divorcio de unos padres dos años más tarde de adoptar un niño indígena sudamericano. Me extrañó mucho y comencé a fantasear sobre qué pudo ocurrir. Empecé a estudiar el tema de las adopciones y a documentarme en cuanto me di cuenta de que había tema para una buena novela. Leí todo cuanto encontré sobre este asunto, hablé con siquiatras y sicólogos.
Y concluí que el relato oficial sobre las adopciones internacionales ocultaba los problemas de integración social y la parte dolorosa del proceso, aunque con bastante probabilidad al final, el balance sea casi siempre positivo.
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¿Por qué se adopta? Pueden haber muchas causas pero opté por la más frecuente: para formar una familia cuando un matrimonio no ha podido tener hijos propios.
La infertilidad de la pareja es otro tema fundamental tratado en la novela con bastante profundidad. En este caso, el anhelo de ser madre choca con la infertilidad del marido, y se analizan los efectos que el conocimiento de esta causa genera en las relaciones afectivas y sexuales de un matrimonio enamorado, y las alternativas que la medicina y la sociedad ofrecen para resolver el problema.
Un tema poco tratado en la literatura y que da mucho de sí.
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En la novela Diego, el niño protagonista, tiene cinco años cuando es adoptado y traído a España, una sociedad que culturalmente le es ajena por completo y en la que, por sus rasgos físicos, siempre va a ser ‘el diferente’.
Lo que da pie al otro tema que sustenta el argumento: el acoso escolar, y sus consecuencias, que tiene lugar en un colegio privado de alto standing, porque este fenómeno surge donde hay un acosador y afecta a toda la escala social.
¡Qué fácil resulta a este escoger como víctima a alguien “que no es de los nuestros”!
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La estructura de la novela debía resultar la adecuada para desarrollar con solvencia una temática tan amplia y compleja.
Por eso las voces narrativas son cuatro: la de Diego, el niño adoptado que, ya adulto, recuerda su infancia y juventud. La del padre adoptivo, un hombre que acepta adoptar por amor a su mujer, sin necesidad ni convicción. La de la madre adoptiva empeñada en ser madre por encima de todo. Y la de Candela, novia y luego esposa de Diego.
Todas en primera persona, excepto la de la madre, en la que se recurre a una voz omnisciente por sus especiales circunstancias que prefiero no reverlar aquí.
Los diferentes puntos de vistas de los protagonistas implicados de forma directa en el proceso, o de testigos próximos, enriquece la historia, aporta al lector información múltiple y permite bucear por el interior de cada uno, conocer los sentimientos que van anidando y las contradicciones y luchas que justifican sus conductas. Aportan a la historia un toque de sinceridad que la hace muy creíble y, lo más importante, transmiten emociones al lector.
En eso consiste narrar, en transmitir y provocar emociones, alcanzar la sensibilidad del lector, proponerle una historia que le conmueva, que le haga reflexionar, que le muestre aspectos de la sociedad en la que vive que no ha querido ver hasta ahora pero que, de alguna manera, le afectan.
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Hay otro aspecto interesante en las adopciones de niños de otras razas: ellos quieren saber por qué son diferentes, cuáles son sus orígenes, por qué su familia biológica los abandonó, quiénes son sus padres “verdaderos”, saber si tienen hermanos, primos. En definitiva, cuál es su identidad. Es frecuente que el sistema haga difícil estas indagaciones.
En Más allá de la tristeza he aprovechado la historia del Perú, país de origen de Diego, durante sus primeros años de vida, entre 1989 y 1992, cuando gran parte del territorio estaba en manos de Sendero Luminoso, la guerrilla maoísta que pretendía hacerse con el poder absoluto y que cometió desmanes en las aldeas campesinas de la Amazonía.
Diego es un superviviente, un pequeño héroe, que acabó en un orfelinato de Lima.
La novela es histórica en lo que afecta a esta parte, y se relatan hechos ciertos y desconocidos entre los lectores españoles, dignos de ser rescatados del olvido, que le dan una dimensión épica.
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Por los temas abordados, por su estructura singular, que aporta distintas perspectivas, profundidad sicológica a los personajes y agilidad a la lectura, por la prosa, cuidada y sencilla, Más allá de la tristeza, una novela que trata sobre la familia y su construcción, y las relaciones entre cada uno de sus miembros.
Está dirigida a un gran público que busque, además de pasar un buen rato, algo que le haga preguntas y estimule su curiosidad sobre el comportamiento humano.