La literatura española explicada a los asnos: Las columnas o «articuentos» de Juan José Millás

Juan José Millás (Valencia, 1946) | Fotografía: Adriana Roslin

 
Millás es el mejor exponente del modernismo, o incluso del posmodernismo, dentro del género del artículo literario en el periodismo peninsular de hoy.

Hubo una época en la que le seguí bastante en aquella columnita de la contraportada de El País. La mayoría de los lectores estarán de acuerdo en que, dentro de ese medio, los articulistas más brillantes siempre fueron Manuel Vicent y él.

Seix Barral, 2011

Vicent era como es en persona. Introvertido, observador, agudo como un estilete, sin compromisos pero tremendamente controlado. Uno tiene la impresión de que, en su vida, hay pocas cosas que escapen a su control.

Vicent nos viene bien como contrapunto y trampolín para saltar hasta Millás, quien, en el otro extremo, es todo lo contrario. Un tipo que, como Woody Allen, da la impresión de que no controla ni entiende nada, de quien se diría que hasta los electrodomésticos se le rebelan.

De esa sensación de vulnerabilidad total ante el caos contemporáneo, de incomprensión absoluta, de desamparo existencial («no venimos de ninguna parte ni vamos a ningún sitio»), nace esa mirada tan singular sobre el mundo.

Millás es capaz de tejer sobre las noticias un cúmulo extraordinario de absurdos surrealistas y que, no obstante, acaban remitiendo al objeto primero, configurando una narración lúcida que, a través del espejo deformado de la ficción, nos deja un poso y a menudo una reflexión más sugestiva que cualquier opinión primaria al respecto.

Decía Proust que el secreto del estilo radica en el punto de vista, y eso es especialmente cierto con este autor. Dueño de una prosa poco musical, toda su genialidad radica en el punto de vista que escoge para narrar sus historias. Millás demuestra con sus artículos («articuentos», los llama) que el de dónde se narra es tan importante como el cómo o el qué.

Ramón por David Vela

Millás busca siempre el enfoque más original y su temperamento esencialmente paradójico lo lleva a resaltar la contradicción o el absurdo.

En la búsqueda del enfoque insólito cae a veces en el surrealismo.

Eso y la pasión por las cosas lo asemejan a Ramón Gómez de la Serna.

También podríamos tildar de ramoniana la riqueza intelectual de sus operaciones imaginativas: la personificación de seres inanimados, la prosopopeya, el tomar las expresiones figuradas literalmente, etcétera.

Millás consigue proyectar una luz extrañificadora sobre la realidad. Sus técnicas son las del género fantástico. Desdoblamientos, pérdida de identidad, metamorfosis, alteración de sentidos.

Sus personajes son seres hipocondríacos, hiperestésicos, hiperimaginativos: un escritor «analógico» obsesionado con que han usurpado su identidad cibernética, padres e hijos acomplejados porque no son adoptivos, una mujer que le tiene pavor a la dicha, seres que empatizan con bogavantes a punto de ser hervidos, jueces que separan siamesas, chicas que toman Viagra y tienen erecciones fantasma, tribus africanas que no creen en la existencia de la espalda, escritores «autófagos», que se comen sus propias páginas…

«Retrato Carver», 2012

Decía Ruano que lo más difícil del columnismo es conseguir ideas. Y ahí destaca Millás: sus columnas están repletas de ideas, ideas a raudales con las que nos sorprende, como un prestidigitador que se presenta con un nuevo truco cada día. Es raro que le cacemos repitiendo truco.

Eso, para alguien que publica regularmente, es un mérito extraordinario.

Recuerdo que la única vez que coincidí con él me habló de Raymond Carver. Le gustaba, decía, porque no se le veía el mecanismo. Estaba hablando de sí mismo.

Con Millás nunca sabes cómo acabará una historia.

Millás ha conseguido sacar el género de la opinión de su estancamiento, abrirlo a la fantasía más desconcertante. Su manera de mirar, además de obligarnos al ejercicio intelectual de desencriptar unas metáforas sugerentes, nos lleva a cuestionar la naturaleza misma de la realidad que a continuación percibimos enriquecida por la nueva óptica.

Ahí es nada.
 

Sobre el autor
(Madrid, 1971) Es licenciado en Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid. En 1994 quedó finalista del premio Nadal con su primera obra, Historias del Kronen. La novela tuvo una gran repercusión y abrió las puertas a una nueva generación de escritores. Tras su publicación el escritor vivió durante varios años entre Madrid y Toulouse. Actualmente reside en Madrid.
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